La visita a Guadalajara no sólo se trató del ecosistema emprendedor. Una vez dentro de la ciudad aproveché para conocer algunos lugares culturales, ir a un par de bares y conocer un par de poblaciones cercanas.
Guadalajara

Lo primero a visitar para conocer el centro de Guadalajara, como en gran cantidad de ciudades mexicanas, fue su catedral. Parecería un cliché pero es el punto de referencia tradicional en una comunidad mayoritariamente católica.

Partiendo de ahí, los alrededores presentan poco a poco diferentes puntos interesantes a explorar. Entre ellos pude visitar la Rotonda de los Jalisciences Ilustres.


Y un panteón muy particular llamado Panteón de Belén, donde hacen unos tours donde explican muchas de las leyendas en torno a dicho lugar. Algunas de ellas muy famosas entre la misma gente de Guadalajara.
Por un lado, curiosidades acerca de la arquitectura del lugar y de como el arquitecto Manuel Gómez Ibarra pretendía crear ilusiones ópticas, conductas determinadas en las personas que acudieran al panteón y diferentes simbologías dentro del lugar. Por el otro, leyendas acerca de un niño muerto que recibía regalos y de hasta un vampiro cuya alma se dice aún vive dentro del árbol junto al que se posa su tumba.

También, muy cerca del centro de Guadalajara y con rumbo a Chapultepec está el Templo Expiatorio, un lugar donde todos los domingos hay convivencia familiar, puestos de comida mayormente vegana y hasta clases de baile para los adultos mayores.


Y siguiendo un poco más adelante, se puede llegar finalmente a Chapultepec, una zona donde predominan bares, restaurantes y algunos edificios de oficinas.
Ahí existe lo que llaman Paseo de Chapultepec, que es una especie de tianguis cultural con un poco de exposición de material, música en vivo y performancers de diferentes disciplinas.



Comida en Guadalajara

Afortunadamente, Guadalajara tiene una amplia variedad de opciones de comida. Y no sólo para los que buscamos platillos más tradicionales, sino también muy buena comida vegana y vegetariana.
Dos lugares de éste tipo que particularmente me gustaron fueron Lucuma y el buffet de la Comunidad Hare Krishna de Guadalajara. Ambos deliciosos y muy económicos.


Además, como ya mencioné y para los de cocina menos alternativa, siempre está la opción de la ya tradicional torta ahogada de Guadalajara.

Por otro lado, para menor fortuna y como en muchos lugares, en Guadalajara está creciendo la popularidad de la comida «artesanal» o «de autor».
La comida artesanal no necesariamente es mala, de hecho en lugares como Ensenada, Baja California es muy buena. Sin embargo, me tocaron dos malas experiencias con éste tipo de cocina en Guadalajara. Una con una comida china artesanal de una sola porción, con un sabor no tan bueno y cuyo precio superaba cuatro veces el tradicional; y un food truck donde vendían una especie de pizza enrollada que era del tamaño de un taco simple al mismo precio promedio de una pizza mediana. Ambos a mi parecer, ofertas muy malas y desproporcionadas.

Tlaquepaque

Al estar tan cerca los municipios colindantes a Guadalajara, un día se nos hizo fácil a mi amiga Jaqueline y a mí darnos una vuelta por Tlaquepaque.

Ya una vez ahí, recorrimos los alrededores de la plaza principal y podo después, como empezó a llover, aprovechamos el tiempo para pedir un par de cervezas artesanales. Además, me recomendó probar una especie de pulques curados que hacen ahí que tenían un sabor dulce. En verdad bastante buenos.

Zapopan

Sólo una semana de las tres que pasé en Guadalajara me estuve quedando dentro de los límites como tal del municipio. Sin embargo, la primera y la última semana las pasé en dos áreas diferentes del municipio de Zapopan, un municipio colindante a Guadalajara.
Y para moverme más eficientemente dentro de la ciudad tuve que hacer uso del tren ligero (SITEUR) casi todos los días, lo cual me agradó bastante. Tenía ese ambiente relajado y no tan saturado como otros transportes, además de que facilitó mucho mi exploración y tránsito entre los dos municipios.

Por desgracia no exploré mucho el municipio ni tomé muchas fotografías. Al único al que le tomé un par de fotos fue a Ramón Antonio, el Boston Terrier de mis amigos Hector y Susari que trajeron desde Ensenada hasta tierras tapatías.
Y siempre nos esperaba amistosamente en Zapopan.

Conclusiones
Guadalajara me gustó mucho. Es una de esas ciudades que tienen el balance que me gusta entre todas las cosas que en algún momento llaman mi atención: arte, tecnología, esparcimiento, etc.
Me divertí bastante, sobre todo cambiando entre diferentes modelos de alojamiento dentro de la ciudad: en hostal, en un coworking, con amigos, acampando y un día inesperadamente… simplemente pasé la noche y dormí en un Oxxo.
En lo general, mi estancia me dió mucho tiempo para pensar, sobre todo en las cosas que actualmente hago y de las posibles direcciones que puede tomar cada una. Tuve que aligerar mi carga en cuanto a compromisos y empezar a buscar modelos de toma de decisión mucho más ágiles que me permitan menos tiempos muertos.
Con ese reto salí de Guadalajara: Moverme más rápido, con mayor fuerza y certeza.
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