Mi primer escala oficial en éste viaje fue Hermosillo. Es una ciudad casi en el corazón del estado de Sonora, al norte de México.
Rodeada de desierto y pueblos pequeños, era una de mis obsesiones inexplicables como viajero. Desde niño quería conocerla, y sabía que tenía que permanecer por lo menos un par de días para poder apreciarla más a fondo.
A través del desierto
Subí al autobús temprano por la mañana. Después de haber dormido prácticamente nada, me dirigía por fin con rumbo a Hermosillo.
Me recargué sobre mi asiento, giré la cabeza y abrí por completo la cortina que estaba junto a mi. No recuerdo un trayecto así de largo, cada minuto pasaba tan lento.
Me quedaba con la cabeza recargada al asiento, mirando siempre hacia a la ventana.
Dormía, despertaba, una y otra vez cada par de minutos. Aunque estaba cansado físicamente, el desgaste mental que sentía era mayor. Trataba de enfocar una idea o un objetivo al despertar, pero no podía.
Quizás fue ese efecto, como el de una jaula llena de aves a la que de repente le abren la rejilla. Todas las aves chocan unas contra otras intentando volar hacia quién sabe dónde.
Viviendo Hermosillo
Iba prácticamente con cero expectativas. Mi mente iba casi en blanco y estaba dispuesto a recibir cualquier sorpresa con los brazos abiertos.
Por fortuna, las personas que me recibieron allá me trataron muy bien, por lo cual estoy muy agradecido.
Tuve la oportunidad de conocer algunos lugares representativos de Hermosillo, como la zona centro, donde está la Catedral de Hermosillo, la Plaza Zaragoza y la Plaza Bicentenario.
Además, al día siguiente de haber llegado, tuve la oportunidad de ser invitado por mi amiga Aracely a asistir a una gira de monólogos que se presentaban en la ciudad.
Y a pesar de estar bastante animado pero un tanto escéptico -ya que no soy muy fan de éste tipo de presentaciones- pareciera que dió justo en el clavo, pues fue una presentación musicalizada en su mayor parte con música de Bernard Herrmann, uno de mis músicos favoritos.
La presentación fue mucho muy agradable y obviamente hizo explotar mi cabeza con todas las posibilidades artísticas que representa el sincronizar música de fondo, video ambiental y una narrativa que mezclaba diferentes tipos de emociones y hasta dosis interesantes de comedia.
Claro que no todo fue turismo, cultura y arte.
A pesar de llegar un poco cansado, también tuvimos la oportunidad de ir a un par de bares locales. E inclusive seguir fiestas en casa, siendo una oportunidad perfecta para conocer gente nueva y la vida nocturna local.
Desde lugares donde tocaban un poco de música de salsa, hasta lugares donde prácticamente todo mundo iba, como si de religión se tratase; escuchando todos juntos covers de bandas punk y compartiendo cerveza en un sentido de comunidad bastante interesante.
Y claro, después de un par de días de fiesta, tocaba descansar. Y para eso, lo mejor es sentarse en cualquier pequeña banca dentro de Villa de Seris (una de las colonias más antiguas de la ciudad) y comer las famosas Coyotas Sonorenses de Doña María.
También tuve la oportunidad de ir a un evento de música electrónica, conocer personas de Brasil y Chile, comer mariscos locales y ser «emotivamente bienvenido» por Camilo, el perro de mi amiga Rocío.
Además, fui invitado a comer dos deliciosas lasagnas con Judith, una increíble amiga y anfitriona que me presentó Rocío, pasando un par de aventuras automovilísticas que desembocaron en pláticas bastante interesantes.
Matavenados
Una de esas especiales mañanas, mi amiga Rocío puso música mientras disfrutábamos de un delicioso café. Sonaban la bocinas. Primero Pink Floyd, A Perfect Circle y de pronto… Matavenados. Curioso nombre.
Matavenados es una banda originaria de Hermosillo. No recuerdo si Rocío me comentó si seguían tocando o no, pero lo que me llamó la atención fue lo desenfadada que se sentía la música, aún al ser una mezcla entre sonidos experimentales y a la vez progresivos.
No me tocó conocerlos en persona; sin embargo, sonaban bastante bien.
He aquí algunos de sus tracks, su Facebook y BandCamp.
Conclusiones
Ésta visita me sirvió para dejarme ir, simplemente disfrutar y explorar.
En lo que respecta a la ciudad, a pesar de estar en pleno desierto de Sonora y estar rodeada de pequeñas ciudades, tiene un poco de todo, desde música, tecnología, arte y vida nocturna. Aunque me quedé con ganas de ir a Bahía de Kino o San Carlos.
Agradecimientos
A Aracely, Rocío y Judith por todas las atenciones y ser siempre tan amables conmigo.
Lugares recomendados
Bares
La Verbena
Cafés
Bendita Patria
Me gustó
La comunidad Couchsurfing es fuerte
La escena musical local es pequeña pero constante
Hay opciones culturales y de esparcimiento variadas
Playas como Bahía de Kino y San Carlos son opciones cercanas
No me gustó
La comunidad startup al parecer se está desvaneciendo
Ya no hay espacios de coworking
Temperaturas que rondan los 40 grados en verano