«Examinar la propia mente es como volver a leer un viejo libro y encontrar detalles que antes no eran tan notorios.»

Un domingo, muy temprano por la mañana, mi amigo Ignacio y yo decidimos partir de Culiacán con rumbo a Mazatlán.

En realidad no había un plan claro, sólo era pasar un par de días allá y ver que sucedía.

Mazatlán

En mi camino, había escuchado a otros viajeros siempre mencionar a Mazatlán como uno de sus destinos obligados. Para mí era no tan atractivo. Quizás por el hecho de visitar playas muy frecuentemente.

Sin embargo, si visitaba Mazatlán, podría tener uno o dos días para pensar, para caminar, para nadar en el mar o bien, para sólo quedarme sentado en alguna parte sin hacer algo en específico.

Playa de Mazatlán con gente una tarde soleada
Playa de Mazatlán con gente una tarde soleada

En Mazatlán, el mar tiene una temperatura muy agradable. A pesar de estar nublado en varias ocasiones, las personas parecían no darle mucha importancia a una probable lluvia y sin miedo alguno, abarrotaban la playa para entrar al mar con toda la familia.

Yo mismo no pude dejar pasar la oportunidad de hacerlo. Caminar entre las olas y nadar un poco.

Porque es difícil negarse a estar cerca de lo que nos hace sentir como si fuéramos nada de cara a la inmensidad del océano.

Niña a la orilla de la playa en Mazatlán
Niña a la orilla de la playa en Mazatlán

Pues aunque suene aterrador, eso es bastante reconfortante. El saber que sin importar las decisiones que se tomen, lo que exista por ganar o por perder, seguimos siendo nada y todo a la vez.

Ésa perspectiva sólo la da el estar frente al mar y simplemente dejar de pensar.

Y me sirvió mucho hacerlo de nuevo.

Sentado en unas rocas frente al mar en Mazatlán
Sentado en unas rocas frente al mar en Mazatlán

Funky Monkey Hostel

Pared del Funky Munkey en Mazatlán, Sinaloa
Pared del Funky Munkey en Mazatlán, Sinaloa

Antes de salir de Culiacán -e incluso, al llegar a Mazatlán- no tenía idea de donde nos hospedaríamos. Sabíamos sólo de un lugar llamado Funky Monkey, pero en realidad no teníamos la certeza de si tenían lugares disponibles o no, sobre todo siendo época vacacional y llegando a mitad de un fin de semana.

Estaba un tanto escéptico respecto a quedarme en un hostal. Había escuchado de unos muy malos en varios lugares e inclusive Ignacio me había comentado de experiencias no tan buenas en otros.

Bueno, sería mi primera vez hospedándome en un hostal y en algún momento habría de crear mi propio punto de comparación.

Interesante frase en una escalera del Funky Monkey Hostel
Interesante frase en una escalera del Funky Monkey Hostel

Para nuestra fortuna, se desocuparon un par de lugares y nos pudieron hospedar de último momento.

La verdad, me agradó bastante. El lugar era bastante económico y tenía un ambiente curiosamente familiar, como si todos se hubiesen conocido desde hace años.

Irina alimentando a un pájaro que no podía volar
Irina alimentando a un pájaro que no podía volar

Una mañana estaba platicando con un señor australiano que me comentaba el precio de una comida sencilla en su país y a los minutos, conversaba con Irina, una chica de Moscú que tenía apenas un par de días en México y buscaba conocer Michoacán.

En sí, una muy grata experiencia que seguramente repetiré en tanto me sea posible.

Conclusiones

Mazatlán es muy agradable. Tiene unas zonas turísticas muy accesibles y todo está relativamente cerca.

El mar es muy agradable para nadar y la playa no está muy sucia como para poder caminar sin problema. Ahí, las bebidas y botanas son muy económicas en varios lugares y constantemente tienen promociones.

En lo que respecta al Funky Monkey, lo recomiendo bastante y está a un par de calles de la playa. Incluso rentan bicicletas, tablas de surf y hacen algunos paseos guiados.

A nivel personal, la vi como veo a todas las playas: como un lugar para reflexionar y sentir que uno conversa un poco consigo.

Mientras las olas van y vienen, junto con las ideas.